lunes, 15 de octubre de 2007

EL CAMINO DE LOS BARRIOS.

Este fin de semana, Jose Fernandez ha dejado en el libro de visitas el texto que podemos ver a continuación. Creo que se merece pasar a la pagina inicial y de paso inaugurar una nueva categoría: "Textos"

EL CAMINO DE LOS BARRIOS.

¡No por mucho recorrido es olvidado!
Lo recorría cuatro veces diarias cuando iba al colegio de Pola o dos veces cuando tenía la suerte de quedarme en el comedor del colegio para hacerle alguna "putadita" al señor Domingo (santo varón) junto a compañeros inolvidables.
El camino de Los Barrios era un estallido de color.
En invierno impone. Sus árboles pelados, sus montañas serias, grandes, calladas -donde la imaginación de un niño de diez años detecta peligros, animales irreales, seres extraños-, a veces nevado con una blancura casi inmaculada. Es igual, siempre tendrá el encanto de la sobriedad de La Peña del Castillo donde las brujas cantarinas mandan sus aullidos cuando el silencio tiene a los pájaros entretenidos contándose cuentos en sus escondrijos.
¿ Y sus cuevas? Ese enjambre permanente de agujeros colgados de esa pared gris, imponente, que te hace mirar hacia arriba para observar la maravilla que supone la naturaleza.
Si tenéis oportunidad de pasear por él en los meses de Abril y Mayo, aunque tiene mucho encanto siempre, es una verdadera maravilla
de colores. Verdes sus praderas y árboles, grises sus majestuosas rocas, amarillas y blancas sus cuantiosas flores a lo largo de todo el recorrido.
Cuando llegas a lo alto de la cuesta del Castillo y miras hacia atrás, ahora que la carretera ha recibido unos cuantos golpes de dinamita y es un poquito más serpiente que antaño, te olvidas de todo para admirar esa belleza.
En verano era cuando menos me gustaba, calor excesivo, lagartos y culebras atravesando la carretera cuando menos lo esperabas -siempre les he tenido fobia-, todo ese conglomerado hacía que aquel niño pasara por ese camino con demasiada prisa como para apreciar sus encantos que ahora de mayor observo que sí los tiene.
Y ya que me he puesto a recordar el camino por estaciones del año no voy a dejar pasar por alto el otoño. Siempre me ha fascinado el color amarillo y ocre que tienen las hojas de los árboles en esa estación. Desde niño cuando acompañaba a mi padre a recoger leña para el invierno y nos introducíamos en el Fayedo de Los Barrios hasta ahora cuando visito en esa época el Fayedo de Ciñera.
No hay colores que pueda inventar el hombre más bonitos y reales que los que manifiesta La Naturaleza.
En
fin, no os canso más. Pero sí os pido que los que no hayáis transitado ese camino lo hagáis, pero no en coche, andando. Además la belleza y el buen llantar que podéis disfrutar en Los Barrios merece la pena.
Sentir y vivir.


Enviado por Jose Fernandez el 11/10/2007

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